Me he despertado desorientado, oigo voces, no sé dónde estoy ni cómo he llegado hasta aquí. Quiero que mi cuerpo responda, pero no tiene fuerza. Igual, si me arrastro y avanzo en alguna dirección lo consigo.
La superficie por la que repto es fría, me resulta agradable, es algo húmeda y facilita el desplazamiento. ¡Qué curioso! La velocidad aumenta al igual que mi bienestar. Siento que el aire me da vida. Me siento activo, más activo. Hoy me comeré el mundo, pero la soledad no es lo mío.
Ahora recuerdo. Mis compañeros me han ayudado a despertar y a luchar contra los obstáculos para avanzar. Como entidad biológica para vivir necesito a mi gente. Unidos siempre conseguimos engancharnos a la vida y disfrutarla a tope. Desde que nací me enseñaron a trabajar en equipo y la experiencia nos ha demostrado que ese es el camino. Compartimos información, conocimiento, ideas, decisiones, emociones… para un bien común y con una finalidad “la supervivencia”. Y lo estamos consiguiendo. Comenzamos en China, continuamos en otros países de Asia, Europa, América y algún día…
Hoy estoy a punto de entrar en ti, creo que eres el último habitante sano de la Tierra. Siento que empiezo a parecerme a vosotros. Estoy ante un gran dilema. Mi ética me dice que debo sobrevivir, es lo que me han inculcado, pero si decido acabar contigo será también nuestro fin.