Martes, Diciembre 03, 2024

c_280_300_16777215_00_images_fotos_colaboraciones_cementerio4.jpgDesde muy antiguo es tradicional en la despedida de los antepasados, enterrarlos en tumba adecuada al afecto que en vida merecieron, ajustándose a las posibilidades de la economía familiar.

Por Gregorio Martínez Chacón

Los enterramientos antiguos más comunes se hacían en fosa de tierra con remate de cruz de madera o de hierro. Cuando era posible se cubrían con losas de hormigón o de piedra en donde se grababa, además de la cruz, la identificación del finado. Con la prosperidad económica se empiezan a introducir detalles artísticos: se añaden formas vegetales, letras de plomo, se superponen capillitas... La pujante burguesía enriquecida de algunas épocas históricas aporta en los cementerios construcciones sobresalientes en tumbones y panteones donde trabajan arquitectos y escultores destacados de cada época, en España hay unos cuantos cementerios, auténticos museos, dignos de visitar.

En Corral de Almaguer en 1910 se proyectó y edificó el nuevo cementerio nombrado de Santa Lucia. Del anterior camposanto, inaugurado en 1807 y que estaba situado en la antigua calle de la Cuerda, no disponemos de documentos fotográficos, únicamente se conservan algunos datos históricos que se guardan en el archivo parroquial y un buen número de restos, lápidas y tumbones que fueron trasladados al nuevo. En esas lápidas conservadas y en muchas otras construidas en la primera mitad del siglo XX, se aprecian diversos elementos de interés artístico, trabajos en piedra, mármol, complementos en rejería, algunas tumbas se rodean de columnitas, rejas y cadenas, aparecen bajorrelieves, esculturas y algunos detalles de estilo neogótico y modernista (de moda en aquellos años). Es en la parte más antigua del camposanto donde se concentran esas piezas que aportan un poco de encanto a lo aburrido del lugar, obra de algunos notables talleres de cantería que trabajaron en otras épocas. Además, actualmente existen algunos panteones familiares enterrados y dos panteones en altura, que destacan sobre el conjunto.

El primero que nos encontramos, propiedad de la familia Pinuaga Salazar (Foto 1) con cripta enterrada. De planta rectangular, con piedra de granito en esquinas, jambas y dinteles de sus cuatro huecos. Austero en su decoración que solo se manifiesta las sencillas vidrieras de los huecos y en los antepechos de piedra que cubren la cubierta: pilastras cajeadas en las esquinas que se rematan con montantes y esferas, decoración de friso corrido en el alero de esos antepechos y pilastras. En el centro de los laterales y de la fachada de los mismos se eleva otro pilar idéntico a las pilastras con volutas adosadas y coronada por capitel con el mismo friso. El de fachada rematado por cruz trebolada. Dos gárgolas de plomo desaguan por la fachada posterior.

El panteón de la familia Barreda y Treviño (Foto 2), firmado por T. R. Ibáñez Alcázar (C.R.)1. Con forma de arca y planta rectangular se levanta sobre un basamento de mármol negro. Se compone de dos partes claramente diferenciadas: por una parte el panteón propiamente dicho, con cripta inferior, realizado con losas de piedra arenisca y cubierta inclinada con mucha pendiente, cercana a los 60º, con cumbrera curva, rematada en el extremo posterior por un jarrón que recuerda las urnas funerarias romanas, así como por los dos laterales que coronan los extremos del muro de fachada colocados sobre unos plintos tallados; hay que destacar las piedras semicirculares que coronan los dos muros laterales y que sirven de canalones de recogida del agua de lluvia que evacúan a través de pequeñas gárgolas. La cumbrera está realizada con la misma piedra, de sección trebolar o alveolar para dar más riqueza al conjunto. A su vez, destaca el cordón de penitencia que recorre los dos laterales pasando por la cumbrera y cayendo hasta solaparse con el basamento, sin llegar al suelo, con lo que el autor quizás quiso hacer representación del sudario de Cristo. Por otra parte, la portada superpuesta al cuerpo anterior e independiente de él, donde se encuentra la puerta de entrada, flanqueada por dos columnas cilíndricas de fuste recto, lisas y coronadas por sendos capiteles de estilo compuesto simplificado, sobre los que se levantan dos plintos tallados que sustentan el arranque de la cubierta de este cuerpo, con la misma pendiente que la anterior pero más alta, chapada por una delgada tapa de la misma piedra y coronada por una cruz de penitencia. Lo más relevante de este cuerpo es la imagen de la Virgen orante (Foto 3) enmarcada por una hornacina ovoidal y situada sobre un pedestal circular, bajo el que aparecen dos ángeles alados; esta figura está tallada en una única piedra arenisca, como se aprecia por su forma, de T invertida, no tener juntas y por su colocación con respecto al despiece del resto de la mampostería. No se puede definir claramente a qué estilo arquitectónico pertenece este panteón, se aprecia una posible estructura paladiana, del Renacimiento italiano, pero complicada por numerosos detalles que no tienen nada que ver con la arquitectura clásica ni neoclásica.

Siempre en la parte más antigua del cementerio, vamos a encontrar algunos buenos detalles artísticos en unas cuantas tumbas y panteones. Destaca una escultura sobresaliente en mármol blanco de un ángel portando un ramo de flores (Foto 4). Figura clásica y estilizada que, apoyada en una nube, parece pretender elevarse para depositar una rosa sobre la tumba que preside. Lo encontramos en tumba de los años 30 situada en el patio preferente de San Juan, al lado derecho del pasillo central, propiedad de la familia Pingarrón, y conserva la firma de E. Lucchetti,2 escultor italiano que trabajó en la primera mitad del siglo pasado y del que conocemos dejó varias obras sobresalientes en cementerios de Madrid. Pero existen algunas tumbas más con figuras de bulto destacables (Fotos 5, 6 y 7) y otras que conservan detalles ornamentales de estilos clásico, neogótico y modernista. Algunas de estas conservan la firma de taller “Valentín Molinero. Tirso de Molina 10, Madrid”.

Pegada al mismo pasillo central, al lado izquierdo, encontramos una preciosa cruz ornada en sus frente con rosas,  espinas y banda en diagonal, esculpido todo en una sola pieza de mármol blanco (Foto 8), en tumba de Sabino Almendros. Siempre será agradable perderse por los patios más antiguos en búsqueda de esos detalles, que nos podemos encontrar en los rincones más apartados.

No se puede determinar si todas las esculturas mencionadas son obras originales y únicas o si alguna de ellas es copia de alguna otra, (práctica habitual de talleres dedicados a este arte). Así es que el patio de San Millán del Sacramental de San Justo de Madrid, en una tumba de los años 40 existe una réplica del ángel de Luchetti, aunque de una menor calidad, y que, aunque no conserva firma  (solo el nombre del taller), se supone pueda ser del mismo autor.

Y qué decir de la zona nueva del cementerio, repetición de losas de distinto calibre de granito pulido en distintas tonalidades, acompañadas de acabados verticales repetitivos en sus cabeceras, a base de cruces, ángeles, vírgenes, figuras de molde... pero con muy escasos detalles artísticos originales. Una verdadera pena con el capital invertido en el mismo en los últimos 40 años, los más prósperos de este municipio y de sus gentes.

1. Tomás Rafael Ibañez, nacido en Alicante, aunque de familia de origen manchego,  conocemos que “es el autor del templete neogótico y modernista de la familia Erades (1909), situado a la entrada del Cementerio de Murcia  (Foto 9), el cual se levanta sobre un baldaquino de bóveda de crucería, sostenido por airosas columnas sobre pedestales, cuyos capiteles están decorados con adormideras serpientes enroscadas, realizado en mármol blanco de Macael y alberga la gran escultura de un ángel, de aire romántico, cuyo conjunto trae a la memoria la idealizada tumba medieval de Abelardo y Eloísa, del célebre y conocido Cementerio Pere Lachaise de París, tan difundida a través de grabados”.  
2. Luchetti, escultor de apellido italiano. En el Sacramental de San Justo de Madrid se conservan varias de sus obras: “destaca el sepulcro en mármol de Carrara de 2ª clase, (Foto 10), aplicado en el túmulo a la Familia López Corbalán-López Miranda con remate angelical de correcta ejecución y pureza de líneas clasicistas erigido por los escultores marmolistas Magnani y Luchetti” (patio de Santa Gertrudis - 2da Scc.).

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